La madre de todas las batallas en que se ha convertido la espesa interna del PJ pampeano tuvo durante la semana que se fue otro par de sacudones, que lo que hacen es adelantar, por un lado, que esa puja por el poder será a fondo y sin contemplaciones y por otro, que no solo afectará la vida interna de un partido, sino que impactará de lleno en las instituciones y entre los ciudadanos, forzados a sentirse parte de esa puja.
El hecho de que la batalla se produzca en el seno de un partido que es gobierno hace más de 30 años, desde el regreso de la democracia, vuelve innegable la contaminación de todo lo que haya alrededor de esa confrontación entre los viejos caudillos y el actual gobernador.
Uno de los episodios polémicos se produjo cuando el intendente de la localidad de Rolón, José Ferreira, reveló que recibió un apriete de parte de uno de los mensajeros que tiene el vernismo, especialmente para el sur de la provincia: denunció directamente al diputado provincial, Martín Borthiry, a quien acusó de prometerle que le iban a “arar” el pueblo si no apoyaba la candidatura del senador de la Plural, y de prometerle una serie de problemas personales si no se enrolaba en ese sector.
No tardó en llegar la respuesta desde el otro bando, cuando el intendente de 25 de Mayo hizo públicos sus reproches por las diferencias que hace el Ejecutivo: puso como ejemplo el hecho de que el ministro de la Producción, Abelardo Ferrán, ignoró la realización de la muestra ganadera en esa ciudad, revitalizando las quejas y encontronazos que el Gobierno Provincial tiene cada vez que se aproxima a 25 de Mayo.
Esta serie de comportamientos no es, desde ya, una novedad, sino más bien un clásico, con la diferencia de que el PJ pampeano suele emplearlo en su favor y en contra de sus contrincantes externos, pero en este caso la paridad de la puja es tal que la ciudadanía asiste a un inédito choque cruzado de aprietes, presiones y otras yerbas.
Lo más inquietante es que el año político, de alguna manera, recién está empezando, y será un largo período electoral, porque no puede pensarse que el andar belicoso termine mágicamente el 5 de julio cuando se conozcan los porotos que cada espacio cuenta.
Al contrario, es lógico pensar que aun después de ese día, y hasta tal vez con un resultado cuestionado -no sería la primera vez en la historia del PJ que en una interna hay sospechas de fraude- se multiplicarán los dardazos verbales como los que soltó en la semana Espartaco Marín contra contrincantes varios; se potenciarán las presiones sobre los dudosos; y se tejerán otras maniobras y artilugios para defender espacios de poder partidarios, sectoriales y personales, en una lucha donde ya entrará a tallar también la pelea nacional.
A continuación, y para completar ese prolongado calendario, las miradas se posarán sobre la elección general, que se hará recién en el mes de octubre, y en la que se supone que el PJ pampeano tendrá un hueso duro de roer en un frente opositor, al menos si los líderes de los distintos espacios que lo conforman o que traman sumarse, son capaces de privilegiar -como ellos mismos plantean- el respeto por las disidencias y la articulación de un proyecto y una plataforma que no desechen esas diferencias.
El juego democrático, escrito está en estas líneas, supone a veces el discurso elevado y alguna que otra simpática chicana; no se trata de un juego de niños ni los protagonistas son carmelitas descalzas, pero eso no implica que los protagonistas no sepan diferenciar entre la confrontación y una virulencia que puede derivar en la violencia; o que se hagan los distraídos cuando tienen que distinguir entre lo que es alguna avivada puntual (Borthiry dijo que él hizo “un chiste” cuando apretó al intendente de Rolón) y lo que es directamente hacer trampa.
Fuente: ElDiarioDeLaPampa.com.ar
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