Una joven sufrió una severa descompensación el fin de semana en un boliche, tras lo cual fue llevada inconsciente a un hospital, en el que un empleado se habría aprovechado de su estado.
Todo abuso sexual destruye, arruina. Todo abuso sexual es deplorable.
Dentro de la gama de salvajes están los más crueles, -los que se aprovechan de niños- y casi en el mismo escalón, los que se aprovechan de víctimas inconscientes, que ni siquiera pueden defenderse.
Lo que pasó en el hospital de Pacheco es temerario por donde se lo mire.
Un camillero está acusado de abusar de una paciente que estaba alcoholizada, inconsciente, y sin chance de enfrentar al atacante.
El caso fue visto en vivo y en directo por otros empleados del hospital que monitoreaban las cámaras de seguridad de un pasillo.
En pleno ataque sexual, los empleados ayudaron a la víctima y colaboraron en la detención del atacante.
No es la primera vez que un camillero abusa de una paciente.
En setiembre de 2009, un camillero del Hospital Austral abusó de una paciente, y terminó condenado a 10 años de cárcel.
Lo más insólito es la defensa que intentó el acusado cuando sus compañeros lo rodearon: «hace mucho que no estoy con nadie. Perdón», alegó.
Nadie le creyó, nadie lo perdonó. Sus propios compañeros lo terminaron denunciando. Ahora resta el proceso penal. Los empleados del hospital hicieron su parte.
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