La usó nueve veces en lo que va del año; es el doble que en 2014. En el arranque de la campaña con vistas a las elecciones presidenciales, Cristina Kirchner demostró que está dispuesta a hacer uso (y abuso) de la cadena nacional, herramienta que la ley reserva a asuntos de emergencia pública o trascendencia institucional, pero que el Gobierno utiliza para todo tipo de acto proselitista. En lo que constituye un récord histórico, la Presidenta protagonizó ya nueve cadenas de radio y televisión en lo que va del año (casi siempre, en horario central), a razón de una cada diez días.
Además de los miles de millones de pesos del presupuesto nacional que destina a la publicidad oficial, el Gobierno saca todavía más ventaja respecto de sus adversarios de la oposición con el uso de la cadena nacional. Esto ocurre cuando la sucesión presidencial pone en juego la continuidad del kirchnerismo.
En el mismo período (enero-marzo) de 2014, año no electoral, Cristina Kirchner usó la cadena «sólo» cinco veces. Es decir que en este primer trimestre prácticamente se duplicó el número del año pasado. Y nada indica que la tendencia no vaya a continuar.
Y lo hace con un condimento extra: en lo que va del año, la Presidenta -conocida por su verborragia- ya destinó nueve horas en sus discursos para «los cuarenta millones de argentinos», como suele presentarla la locutora oficial al comienzo de cada cadena.
Otro parámetro de comparación es que su antecesor en el cargo, el fallecido ex presidente Néstor Kirchner, sólo utilizó dos veces la cadena nacional en sus cuatro años de gestión. La primera vez fue poco después de haber asumido, el 4 de junio de 2003, cuando reclamó al Congreso que removiera a los jueces más cuestionados de la Corte Suprema. La segunda fue el 29 de diciembre de 2006, cuando Luis Gerez, un testigo que había acusado a Luis Patti de apremios ilegales durante la dictadura, llevaba dos días desaparecido. Una hora antes de su aparición, Kirchner había dirigido un mensaje por cadena nacional para acusar a «elementos paramilitares y parapoliciales» del supuesto secuestro.
Pero Cristina Kirchner prefiere otro tipo de discurso por cadena nacional, muy diferente al de su fallecido esposo. En efecto, la mayoría de sus mensajes son de neto corte proselitista, destinados, en buena parte, a anunciar obras públicas, nuevos programas sociales y aumentos en los planes actuales.
Lo paradójico es que la ley prototípica del kirchnerismo, la llamada ley de medios, restringe claramente el uso de esta herramienta a situaciones de emergencia. En efecto, en el artículo 75 se establece que el «Poder Ejecutivo nacional y los poderes ejecutivos provinciales podrán, en situaciones graves, excepcionales o de trascendencia institucional, disponer la integración de la cadena de radiodifusión nacional o provincial, según el caso, que será obligatoria para todos los licenciatarios».
Sin embargo, pese a que la redacción de la norma no ofrece dudas, la autoridad de aplicación de la ley (Afsca), conducido por un incondicional de la Presidenta, Martín Sabbatella, no dijo hasta ahora una sola palabra sobre el tema. Menos aún aplicó sanciones.
JUSTIFICACIÓN
La presidenta Cristina Kirchner suele justificar el uso y abuso de la cadena nacional en que los noticieros y los diarios no difunden, como el Gobierno pretende, las «noticias positivas» de la gestión. Sin embargo, nunca como en este gobierno se gastaron tantos millones de pesos en publicidad oficial. Además, buena parte de los medios radiales y audiovisuales están actualmente en manos de empresarios allegados al Gobierno.
Según un informe de la Fundación LED, el Gobierno gastó el año pasado poco más de 16.415 millones de pesos en su política de comunicación, casi 45 millones por día. Esta cifra equivale a tres presupuestos enteros del programa de viviendas Techo Digno y a cinco partidas anuales del programa Seguridad Alimentaria, destinado a los sectores más humildes.
En clara desventaja, la oposición no escatima críticas contra el Gobierno por el uso de la cadena oficial y el gasto millonario en su política de comunicación. En el Congreso están cajoneadas numerosas iniciativas que proponen regular la publicidad oficial y, más concretamente, limitar el uso de la cadena nacional.
La diputada Laura Alonso (Pro), por caso, propone prohibir este tipo de mensajes presidenciales en los 90 días previos a las elecciones presidenciales, prohibición que también extiende a las primarias.
«En los últimos años, el Poder Ejecutivo incurrió en un grave y sistemático abuso en la utilización de la cadena nacional, contrario a los más elementales principios republicanos, al utilizarse con fines privados partidarios un instrumento de carácter público y excepcional, confundiendo una vez más lo público con lo privado y el Estado con el partido», argumentó. El diputado Alberto Asseff (Frente Renovador), por su parte, propone prohibir la exhibición de símbolos partidarios ni entonarse marchas o cánticos durante la cadena nacional, al tiempo que sugiere limitar en tiempo ese tipo de mensajes.
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